jueves, 6 de septiembre de 2012

"La frustración pone las lágrimas en los ojos, el dolor las deja caer."

Tuvimos nuestro momento, creamos nuestros recuerdos. Hicimos nuestra amistad, resurgimos de las cenizas de nuestro dolor. Nos mantuvimos con la cabeza alta, con nuestros pequeños pies fijos en el suelo. Permanecimos ahí, juntas, inseparables, indomables por el cruel mundo que nos rodeaba. Risas, lágrimas impedidas, conversaciones a altas horas de la noche, madrugadas hablando, abrazos de reencuentro, miradas que lo decían todo sin decir. Rabia, furia retenida, palabras frías que calmaban el fuego de los errores. Pero astillas de mentiras y secretos se colaron en nuestra pequeña gran cosa, se clavaron en nuestras manos unidas por tantos segundos vividos. Durante un instante que durará la eternidad paramos el tiempo, ¿lo recuerdas? Valió la pena la difícil subida, imposible para algunos que nunca llegaron tan lejos como nosotras lo hicimos. El verde de la esperanza nos rodeaba, y la sensación de que sería infinito nos invadía. Una suave brisa de felicidad golpeó la joven tez de nuestras caras, dibujando una sonrisa en ella. Imposible de olvidar, al menos para mí. 
Con el paso de los años se aprende que las personas cambian, pero afortunadamente los recuerdos no lo hacen. El viaje que emprendimos juntas y que ambas sabemos que aquí ha acabado siempre permanecerá en mi memoria, anclándome a aquello que realmente importa. Anclándome a ti y a todo lo que un día significaste. Espero que no sea un adiós, sino solo un hasta luego; porque las grandes amistades, no desaparecen por muy débil que parezca el hilo que las une.